REPORTAJES CULTURALES
Seductor y magnético, ya sea como joven mujeriego o maduro multimillonario, Richard Gere, poseedor de las canas por excelencia de Hollywood, llegó el pasado 31 de agosto a los 60 años de edad alejado de la primera plana y volcado en su faceta humanitaria. Tras más de tres décadas en el séptimo arte, Gere no ha conseguido meterse en el bolsillo a la Academia. Sin embargo, cuenta con un amplio número de seguidores que hace que sus trabajos sean algunos de los más vistos nada más llegar a la taquilla.
Sin duda, la película Pretty Woman consagró a Richard Gere como uno de los hombres más atractivos del séptimo arte. Aunque, al parecer, ese no es uno de los aspectos más importantes en la vida del actor, ya que es un budista reconocido desde hace más de tres décadas. En el 2009 Gere ha participado en cuatro filmes que se estrenarán en los próximos meses: el policíaco Brooklyn's Finest, de Antoine Fuqua (presentado en Sundance 2009); el drama Hachi, de Lasse Hallström, en el que mantiene una intensa amistad con un perro; The Prodigy, de Ericson Core, que describe los lazos de un brillante matemático y su padre; y Amelia, la historia sobre Amelia Earhart, dirigida por Mira Nair y protagonizada por Hilary Swank. Además, para el próximo año tiene previsto colocar su voz en la cinta animada Henry and Me, de Barrett Esposito, actualmente en preproducción.
Junto a Verdi, Wagner fue el más destacado compositor de óperas del siglo XIX, la época del Romanticismo. Destaca además por su pasión por la cultura clásica y germánica. Sus obras más importantes fueron la tetralogía El anillo del Nibelungo y Parsifal.
A mediados de su vida Wagner había logrado prestigio y reconocimiento como compositor. No obstante, como ocurre habitualmente, compuso sus obras maestras en los últimos años de su vida. A pesar de todo, sufrió varios problemas económicos.
Pocos intérpretes en la industria del cine son capaces de hacer historia en su primer papel en la gran pantalla. Richard Widmark se convirtió en una estrella de la noche a la mañana gracias a El beso de la muerte (1947), donde creó un villano repelente y con una risa de lo más particular, el asesino Tommy Udo, que marcó para siempre su carrera.