A menudo, sus películas son una radiografía de la sociedad moderna, y suelen causar controversia. Sin embargo, Michael Haneke ha sido fiel a su estilo y ha mantenido su característica tenebrosidad en cada uno de sus trabajos, tanto en la televisión como en el cine y en el teatro. El último proyecto que ha dirigido, El lazo blanco, le ha servido para proclamarse ganador en el último Festival de Cannes. La cinta es una depuración definitiva de su cine y una bofetada a la conciencia social.
Hijo del actor y director Fritz Haneke y la actriz Beatrix von Degenschild, las aptitudes artísticas le venían de familia al joven Haneke. Estudió filosofía, psicología y drama en la Universidad de Viena y a finales de la década de los 60 trabajó como editor y dramaturgo en una televisión alemana.
Su primer trabajo cinematográfico fue El séptimo continente (1989), punto de partida de su estilo violento. Tres años más tarde, El Vídeo de Benny supuso el golpe definitivo para dar a conocer al cineasta. Sin embargo, su gran éxito llegó en 2001. La pianista es su filme más aclamado por la crítica. La película le otorgó al director alemán su primer Gran Premio en el Festival de Cine de Cannes en el año 2001. Asimismo, los protagonistas de la cinta Benoit Magimel e Isabelle Huppert se hicieron también con los de mejores actores.
Un buen lazo
Este año, Haneke ha vuelto a conseguir el máximo galardón del festival de Cannes. En esta ocasión, la cinta que le ha dado la victoria se titula El lazo blanco. Ambientada en los meses anteriores a la Primera Guerra Mundial, el director vuelve a demostrar que es un experto en la representación de la violencia. Así, la crítica a los males de la sociedad actual esta vez es reflejada a través de una comunidad protestante del norte de Alemania.
Para acercarse al mencionado conflicto bélico, Haneke se leyó "una estantería entera sobre la educación y la vida en el campo en la época", y allí encontró el título para su película: en un lazo blanco (Das Weisse Band) que colocaban a los niños para recordarles que no pueden desviarse del camino de la pureza.
Esa inocencia es la que el cineasta asume para le estética del filme. Su tono es educado y distante, potenciado con sobriedad formal en blanco y negro.
Provocación
Su provocativa forma de narrar las historias tiene como objetivo hacer reflexionar a los espectadores y, a su vez, sacarlos de las convenciones cinematográficas que hasta ahora se han formado.
Sus películas son inmediatas y realistas, aunque no simples. En definitiva, Haneke intenta armonizar los sentimientos del público y sus respuestas hacia el mundo.
Lo más característico de su forma de trabajar es el ritmo que tienen sus trabajos y, su principal innovación, la representación de la violencia, sin estilizarla ni volverla espectacular. De hecho, la dureza aparece en progresión y a menudo es más sugerida que mostrada. El propósito de Haneke es poner al espectador en una situación incómoda, alterando su manera habitual de ver cine.
Nuevos retos
Tras ganar el premio en Cannes, el director alemán vuelve al teatro para dirigir una producción de la ópera de Mozart Così fan tutte, que se llevará a cabo en el Teatro Real de Madrid y cuyo estreno está previsto para febrero de 2012.
(Fotos: 1, 2, 3, 4 EFE y 5, 6 www.imdb.com)