La semana pasada hicimos un acercamiento a la figura de Andrei Tarkovsky, uno de los mejores cineastas de la historia, y conocimos sus dos primeros trabajos, La infancia de Iván y Andrei Rublev, que dirigió siendo muy joven. Esta semana conoceremos más sobre su filmografía.
Después del incidente con Andrei Rublev, y a pesar de que seguía sin tener control sobre el destino final de sus filmes, Andrei Tarkovsky siguió filmando. Su siguiente trabajo, Solaris (1972) era una adaptación del relato de ciencia ficción del mismo nombre, del polaco Lem. El filme fue pronto aclamado en el Este, y considerado por muchos como la respuesta soviética a la película 2001: Una odisea del espacio, del estadounidense Stanley Kubrick.
Tarkovsky confirmaba su talento y las autoridades soviéticas, que parece ser que se rindieron a la evidencia, dieron por fin permiso para la distribución de Andrei Rublev por todo el mundo un mes antes de que Solaris se estrenara en la URSS. Poco después, la presentaron en el Festival de Cannes en el que ganó el Gran Premio Especial del Jurado. Aunque los críticos dijeron que la película revolucionaba el género, el propio Tarkovsky consideraba Solaris como su película menos lograda porque no había conseguido escapar de las reglas del género de ciencia ficción.
En 1975 dirigió Zerkalo (El espejo), un poema fílmico que dejaba atrás todos los modos tradicionales de concebir una película. Se trataba de un filme autobiográfico con una radical e innovadora estructura narrativa, que, como la mayoría de sus filmes logró tantos seguidores como detractores. Las autoridades soviéticas catalogaron la película entre las de tercera categoría (pocas copias y escasos honorarios para el director) y fue exhibida en las peores salas durante poco tiempo. Pero, por otro lado, sucedió lo que a juicio de Tarkovsky era lo único importante, y es que empezó a recibir muchas cartas de agradecimiento por la película y pidiendo que continuara regalando belleza, como hasta la fecha.
El siguiente trabajo del director soviético fue Stalker (1979), con el que se burló de todas las expectativas al presentar un trabajo estructurado según las clásicas unidades dramáticas de lugar, tiempo y acción. El caso es que desde un sentido estético era extremamente sencilla, no pasaba lo mismo con sus personajes.
Nostalgia (1983) fue el siguiente proyecto de Tarkovsky. El director se desplazó a Italia para trabajar en este proyecto coproducido por la Rai y Mosfilm. Esta película ganó el Premio de la Crítica Internacional (FIPRESCI) y el Premio a la labor creativa, junto con su hasta entonces admirado Robert Bresson. Ésta fue la última vez que Tarkovsky trabajó con la Unión Sovíetica, ya que se sentía perseguido, y se exilió a Florencia, Italia, junto con su esposa Larissa.
Su séptimo y último largometraje fue Sacrificio (1986), con el que ganó cuatro premios en el Festival de Cine de Cannes, un hecho sin precedentes en la historia del cine ruso. Pero por aquel entonces Andrei Tarkovsky ya estaba sufriendo los estragos del cáncer y le fue imposible asistir a recoger los premios. Fue su hijo Andriushka quien recogió el Premio Especial del Jurado, ante un aplauso general que se prolongó durante varios minutos.
En 29 de diciembre de 1986, a la edad de 54 años, falleció en París el que fuera uno de los mejores directores de la historia del cine, lejos de su casa, aunque acompañado de su esposa Larissa y su hijo Andriushka.
Pero, además de sus películas, Tarkovsky también escribió varios artículos y ensayos sobre teoría cinematográfica. En uno de los ensayos de teoría cinematográfica sostenía que hacer cine es esculpir en el tiempo. Decía que una de las características del cine era la capacidad de fijar el tiempo. A partir de esa idea, el cineasta debía esculpir un bloque de tiempo para dejar al descubierto la imagen cinematográfica.
(Fotos: www.nostalghia.com)