En pleno auge del grunge, a finales de los 80 y principios de los 90, Seattle era un hervidero de bandas de rock alternativo en busca de un hueco en un panorama musical que, apoyado en guitarras distorsionadas y letras indolentes, arrastraba cada vez más adeptos. Pearl Jam, Mudhoney, Nirvana, Soundgarden. Todos los grandes grupos del movimiento peleaban por diferenciarse dentro de una oferta musical muy poblada y homogénea. Todos excepto uno. Alice in Chains no lo necesitaba. Su propuesta musical era la más dispar de la escena grunge, gracias a su sonido pesado y fuerte influencia metal. Su característico estilo llevó al grupo a convertirse en una de las referencias musicales de este subgénero, llegando a vender más de 14 millones de discos sólo en Estados Unidos. Pero la fama y el éxito, como casi siempre, se cobraron un precio. En este caso, además, muy alto: la vida del vocalista Layne Staley, fallecido por sobredosis. Esta tragedia truncó la trayectoria de la banda durante varios años. En la actualidad, tras14 años desde su último disco de estudio y con la incorporación del vocalista William DuVall, el cuarteto de Seattle resurge de sus cenizas con Black Gives Way to Blue, un nuevo álbum que acaba de ver la luz a finales de septiembre.
La aventura comenzó en 1987, con un encuentro fortuito. El cantante Layne Staley y el guitarrista Jerry Cantrell coincidieron en una fiesta y entablaron una fuerte amistad. Al poco tiempo, los dos músicos decidieron formar una banda y para ello contaron con el bajista Mike Starr y con el batería Sean Kinney (novio de la hermana de Starr). Tras conformar el cuarteto, Alice in Chains comenzó a ofrecer actuaciones en locales y salas de Seattle hasta que, en 1989, tras ver una de sus actuaciones, el sello Columbia Records se interesó por la banda. Tan sólo un año después, grabaron un EP titulado We Die Young, que no tuvo demasiada repercusión.
El verano de 1990, Alice in Chains publicó su primer trabajo de estudio: Facelift. Fue un disco muy duro con fuertes influencias del heavy metal de los 80. Gracias a éxitos como "We Die Young" y "Man in the Box", el álbum debut del cuarteto se convirtió en el primer disco grunge que logró entrar en las listas de Estados Unidos. Gracias a este disco, la popularidad de la banda subió como la espuma. Facelift fue disco de oro ese mismo año, y ya ha logrado vender más de dos millones de copias desde su publicación. Tras su aparición fulgurante en la escena grunge, la banda aprovechó para reeditar We Die Young; eso sí, esta vez con mucho más éxito.
Facelift catapultó la carrera del cuarteto. Alice in Chains comenzó a codearse con los grandes y entró de lleno en el engranaje de la industria. Así, en 1991, se publicó en vídeo el concierto que la banda ofreció un año antes en el Teatro Moore de Seattle, y ese mismo año, Alice in Chains tuvo una breve aparición en la película Singles, de Cameron Crowe. Además, el cuarteto comenzó a compartir escenario con grupos de la talla de Iggy Pop, Megadeth, Slayer o Ántrax.
La cara B del éxito
Pero no todo eran días de vino y rosas. A medida que aumentaba la popularidad del cuarteto, se incrementaban los rumores sobre los problemas que tenían sus miembros con las drogas, especialmente Staley. Las depresiones y la heroína cobraban cada vez más protagonismo en la vida del vocalista, preludio del trágico desenlace que esperaba en un futuro no muy lejano.
A finales de 1992 llegó el segundo disco de la banda: Dirt. Con la publicación de este trabajo, los rumores sobre las adicciones de Staley se incrementaron, ya que los efectos de la heroína estaban muy presentes en la temática oscura y depresiva del disco. Eso sí, el sonido sucio y desgarrador del disco y la angustia existencial de sus textos conectaban a la perfección con los seguidores de la filosofía grunge.
Temas como "Would?" o "Down in a Hole" se convirtieron en canciones fundamentales para los amantes del movimiento grunge. Pocos meses después, durante la gira de presentación del disco, el bajista Mike Starr abandonó el grupo y fue sustituido por Mike Inez. La banda continuó su gira con éxito, compartiendo escenario con grupos del calibre de Rage Against the Machine, Metallica o Tool, y sus actuaciones sólo se vieron eclipsadas por la heroína. De hecho, tuvieron que suspender varios conciertos debido a las adicciones de Staley.
(Fotos: Lastfm )