Descripción y comentarios:

En la comarca de Goierri, en Idiazabal, está emplazada una de las más hermosas y mejor conservadas iglesias de Gipuzkoa: la iglesia de San Miguel.

La iglesia es de planta de salón -la original era de planta de cruz latina- dividida longitudinalmente en tres naves , de distintas alturas las tres; la central se cubre con bóveda de lunetos y las laterales con bóveda de arista . El ábside es de forma poligonal y el coro y el púlpito son de gran belleza; cuenta también con sacristía, torre y tres puertas de acceso. La torre es de tres cuerpos, y se abren vanos rectangulares y semicirculares; se cubre a cuatro aguas, y en el punto más alto, aparece una cruz de hierro forjado .

Sujetan el edificio machones adosados a los muros; la bóveda, por otro lado, descansa sobre cuatro columnas de forma cilíndrica en la parte central, y en pequeñas columnas semicirculares adosadas a los muros laterales.

Cuenta con tres puertas de acceso: dos en los costados, y la otra, la principal, a los pies. En el muro del lado de la Epístola, en el atrio de la iglesia, se presenta un sencillo arco semicircular , y en el lado del Evangelio, también bajo el pórtico , y fijado sobre la madera, otra puerta de acceso de arco semicircular. La entrada principal, de gran belleza, está a los pies de la iglesia: data de finales del siglo XII o comienzos del XIII. Es de bastante arco apuntado y rodeado de seis arquivoltas , todas ornamentadas con imágenes geométricas, falsos enjedrezados y cabezas humanas y otros elegantes elementos decorativos.

La iglesia se ilumina a través del óculo del ábside y de los vanos semicirculares que se abren en cada tramo de las naves.

Los arcos, los nervios, los apoyos, el coro y el resto de los elementos más relevantes son de sillar ; el resto se encuentra perfectamente revocado y parece que es de mampostería .

La iglesia San Miguel alberga muchos elementos que sin ser arquitectónicos muestran gran interés: la pila bautismal prerrománica, tal vez perteneciente al arte visigótico, perfectamente labrada; y el retablo mayor del siglo XVIII, obra de Felipe Azurmendi.