Descripción actual:

La isla de San Antón o el conocido como ratón de Getaria por su silueta, es un largo cabo que mitiga las duras tormentas marinas y ofrece a los barcos refugio donde fondear . El monte San Antón es el símbolo del pueblo, rodeado de acantilados, tiene numerosos caminos y senderos donde disfrutar de maravillosas vistas.

Del puerto se accede al faro por una carretera de 650 metros de longitud, cerrada a la circulación salvo para quienes trabajan en el faro. Para acceder al faro hay que subir una escalera de 67 escalones. De la entrada principal a la escalera hay un desnivel de 18 metros.

Se trata de un faro construido con sillar de Mutriku , piedra del mismo pueblo y cemento de Iraeta o Zumaia. En el propio faro hay una escalera de 55 escalones, realizada en la fundición Fossey y C. de Lasarte, utilizada para subir al primer piso.

Se trata de un edificio de dos plantas, con torre octogonal de 9,92 metros de altura y 1,6 de diámetro, de sillar azulado, pegada en la parte oeste. El faro está 91 metros sobre el mar, sobre una pequeña escalera, tras la ermita. Como la base era muy pequeña tuvieron que construirlo largo y estrecho. En la planta baja están el despacho y el equipo electrógeno, las estancias de baterías y herramientas y en la primera planta hay una pequeña vivienda.

Muy cerca del faro hay una parcela de 1.100 metros que los fareros solían utilizar como huerto.

Datos históricos:

Cuando se está cerca de la costa no hay necesidad del faro ya que con mirar al monte se sabe dónde está el puerto refugio, pero cuando se está más lejos el monte se confunde con los montes de atrás y entonces es necesario utilizar el faro para saber hacia dónde dirigirse. Por ese motivo, las Juntas Generales de Gipuzkoa dieron permiso al sacerdote Antón del Busto para que colocara un faro en el puerto de Getaria, sobre la torre de la ermita de San Antón. En 1813 sin embargo, en la llamada Guerra de Independencia, los franceses lo destruyeron y dejó de iluminar.

Cuando la situación se calmó, y a falta de una solución mejor, colocaron dos boyas como señales para entrar en el puerto. En 1847 se construyó otro faro bajo las órdenes de Manuel Estibaus, ingeniero jefe en la zona; costó 164.986,98 cuartos reales. Pero en la segunda guerra Carlista bombardearon una y otra vez tanto el faro como el monte. El ejército se instaló en el propio faro con intención de instalar un telégrafo óptico. Mientras tanto, el otro bando atacó el faro ferozmente con artillería para dejar sin luz a los barcos que llegaban a la sitiada Getaria. Decir, sin embargo, que el farero permaneció en el lugar, con su familia, junto al faro: escondía los paneles de la linterna y todos los días montaba y desmontaba la lámpara y el elemento óptico para guardarlo aquí o allá. Algún día tendría que ser y cuando finalizó la guerra el faro estaba en muy mal estado. En cualquier caso, la iluminación no sufrió daños y todas las noches enviaba su luz señalizadora.

Mientras renovaban el edificio se construyó junto a la antigua ermita una torre de 1,70 metros de altura para no dejar a los marineros sin luz; ésta acogió el aparato provisionalmente. Cuando se amplió la torre hace unos años, se utilizó esa misma torre para guardar el material. La leyenda dice que en su día la torre fue púlpito de la ermita.

Proceso productor:

Al principio el faro emanaba luz permanente producida por un elemento óptico Sautter Harle de quinta categoría y el farero era Agustín Iñiguez. Posteriormente se añadió una lámpara moderadora de aceite de oliva, y una Maris de una sola mecha que funcionaba con parafina y petróleo.

Tras la guerra española, en 1946, se añadió un juego de dos haces a la lámpara de 200 W.

Para lograr el alcance geométrico necesario, se levantó la torre 2,80 metros más, se colocó una nueva linterna y un nuevo balcón añadido al anterior. En previsión de los cortes en la red, se instaló un equipo electrógeno nuevo. Actualmente está automatizado con un equipo AGA; Los haces que emite cada 15 segundos se observan a 21 millas.