El palacio de Otume es un imponente edificio, cuya ubicación en el paraje en el que se encuentra resulta bastante extraña. Se trata de un edificio exento, cúbico, con cubierta a dos aguas. Presenta sillería en la fachada principal, y mampostería y sillarejo en las fachadas laterales y trasera.

En la fachada principal se distinguen cinco ejes de vanos en dos plantas diferenciadas por una vistosa imposta moldurada.

Cuatro de los cinco ejes están a los lados, y constan de simples ventanas. En el eje central, a su vez, hay una entrada adintelada, muy grande, provista de dovelas y situada entre pilastras y capiteles. En la planta principal, se repite esta estructura: en el espacio entre las pilastras, hay un arco de medio punto en el que antaño había un escudo de armas. Encima de él, hay un friso, coronado a su vez por un frontón. Dicho friso es uno de los elementos decorativos más destacables del palacio. En él aparecen seis imágenes talladas en piedra: una flor con aspecto de girasol, una hoja de roble, una flor de otro tipo, un cuadrado escamoso, una X encerrada en un círculo, y otra flor.

Presenta un gran zaguán en la entrada, del que arrancan dos escaleras provistas de pasamanos moldurados.

En opinión de Ibarra, el Palacio de Otume fue construido sobre una antigua torre; en la planta baja, se distinguen varias saeteras, que pertenecerían a dicha torre.