Se encuentra en el barrio Gesalibar, en Arrasate. El entorno en el que se ubicó el hospital ya era conocido desde antaño por las grandes cualidades curativas de sus aguas sulfurosas. En ese lugar construyo Ramón Mendía, en 1825, el balneario de Santa Águeda. Fue inaugurado en 1827 y la primera persona que se alojó fue un general portugués, el vizconde de Villafranca. Los primeros análisis de las aguas fueron llevados a cabo por Pedro Sánchez Toca. Durante la Guerra Carlista de 1873-1875 adoptó el nombre de Hospital de Guevara y estuvo en poder de los carlistas. El 8 de agosto de 1897, el anarquista italiano Angiolillo asesinó a Antonio Cánovas del Castillo, presidente del Consejo de Ministros de España. Este acontecimiento hizo que disminuyera mucho el número de bañistas, por lo que los propietarios lo vendieron a una sociedad mercantil que lo transformó en casa de salud, para tratamiento de enfermos. En 1898 fue inaugurado como centro psiquiátrico y en la actualidad es regido por los Hermanos de San Juan de Dios y las Hermanas del Sagrado Corazón.

El edificio actual coincide con el antiguo balneario. Se trata de un gran pabellón prismático, con planta baja y dos plantas más. La cubierta es a dos aguas, tan larga como el pabellón. En mitad de la planta baja hay un cuerpo principal, que sobresale del plano de la fachada y del que se accede a un ancho portal tras el que hay unas escaleras. La distribución interior viene estructurada por un largo pasillo o corredor que cruza el pabellón de lado a lado. En mitad de la primera planta, sobre el cuerpo sobresaliente de la planta baja, hay una magnífica terraza.

La segunda planta presenta el mismo esquema que la primera. Durante la construcción se siguió un sistema sencillo y homogéneo, y se construyeron muros de mampostería. Esa estructura permite colocar transversalmente las pequeñas vigas del armazón de la planta. La planta baja de la fachada delantera es de arenisca labrada, y presenta una arcada continua tipo galería.

La cubierta, por su parte, se encuentra sobre un conjunto de zunchos o cimbras que se apoya sobre el muro exterior. Sobre dichos zunchos o cimbras hay unas correas o cabios, que sostienen las tejas planas de cerámica o lata de la cubierta. Por su tipología, se corresponde con los pabellones que a partir del siglo XIX se construían en Francia y en Centroeuropa para usos sanitarios.

En el frente de la fachada principal, hay unos postes que suavizan la perspectiva (dicho frente tiene una longitud de 86 metros). Para la distribución de cada planta se utilizan pilastras. El muro, pintado de amarillo y blanco, presenta un bonito juego de colores.