El Real Club Náutico de San Sebastián se encuentra junto a la playa de la Concha, junto al otrora Casino ¿y actualmente Ayuntamiento¿ de San Sebastián. Sin duda alguna, se trata de un edificio muy peculiar, que es, a su vez, uno de los extremos del Paseo de la Concha (el otro viene marcado por La Perla y la Caseta Real de Baños). Por tanto, el edificio ocupa un lugar muy importante en el urbanismo donostiarra.

Presenta unas formas muy peculiares, que recuerdan a un barco: está blanqueado y cuenta con mástil, pasamanos, escala y ventanas redondas. El edificio fue construido siguiendo los cánones del racionalismo; por ejemplo, presenta grandes cristaleras en lugar de muros. Cuenta con varias partes, de tejado plano, organizadas por niveles, y una estructura de postes (un poste cada seis metros) construida sobre los muros sostiene la carga del antiguo acuario. De la estructura de postes arrancan algunos postes cuadrados, que son visibles en la planta principal, salvo en los puntos en los que confluyen con los muros (por ejemplo, en el este y en el extremo sur). En la planta superior, por su parte, hay unos postes internos de forma circular.

El proyecto busca soluciones racionales, dando lugar a unas plantas perfectamente articuladas. Los alzados son la expresión más clara de dichas soluciones. Tal como hemos mencionado, cuenta con grandes ventanales de cristal, para que se pueda ver la bahía desde cualquier punto. La entrada es una escalera alargada dividida en dos tramos, que da entrada, en primer lugar, al Club, y en segundo lugar, al restaurante público. Una escalera cubierta y semicircular desciende desde la planta principal al cuarto de bañistas. La escalera exterior se enrosca sobre un pilar que, arrancando desde la rada, sobresale de la terraza del piso superior y se remata con una losa circular de hormigón, a modo de sombrilla para la propia escalera.

Todo ello define el cuerpo volado de la planta superior y la rotonda del extremo norte de la planta principal. La distribución, que responde a las necesidades actuales del club, es la siguiente: en la planta baja hay un gran salón de fiestas, cuartos de balandristas y bañistas, cocina y servicios generales; en la planta principal están el vestíbulo-hall, la biblioteca, una sala de juego con bar, la sala de juntas, una terraza cubierta, y servicios generales; y en la planta superior tenemos el restaurante, el bar y una gran terraza. El objetivo es conseguir un espacio diáfano.

La disposición de la biblioteca, el vestíbulo-hall y el salón de juego, contiguos y separados únicamente por cortinas, muros bajos, muebles o superficies acristaladas, da lugar a unos espacios delimitados pero no cerrados completamente, que pueden ser abarcados con la vista. En la planta principal, se puede apreciar la misma continuidad visual en la relación entre el interior y la terraza cubierta, ya que no quedan separados por un cerramiento; por medio de una sinuosa línea y el acristalamiento se conforma un espacio diáfano y transparente que permite gozar de las vistas a la bahía.

La sala de juego, por su parte, es un espacio claramente diferenciado. Presenta paredes empaneladas que cuentan con doce pequeños huecos cuadrados a poca altura del suelo, para que los jugadores puedan ver la bahía mientras juegan sentados. Al exterior de la sala de juegos, las ventanas cuadradas y circulares pierden su individualidad al estar insertadas en una franja aplacada de madera.

El cuerpo superior presenta una ventana corrida a lo largo de todo el perímetro (unos 40 m), gracias a la cual se consiguen en el interior la comodidad, la amplia perspectiva y la relativa amplitud perseguidas. En el restaurante aparece de nuevo la idea del espacio libre: muebles, elementos de iluminación, barra y seis columnas interiores están distribuidos de forma que supongan el mínimo obstáculo a la hora de desplazarse por este espacio.

También hay un solarium, cerrado hacia el paseo y abierto hacia el mar.