El fauvismo

En la última década del siglo XIX comenzaron su creación una serie de pintores que, desde diferentes perspectivas, tuvieron en común la reivindicación de lo primario y «lo salvaje», en contraposición al orden artístico establecido. El gusto por el uso de encendidos colores puros y por los trazos enérgicos les hizo acreedores al apelativo de fauves (¿fieras¿ en francés): nacía así el fauvismo. Entre los más relevantes cabe citar a:

• Henri Matisse (1869-1954), que ejercía mayor autoridad dentro del grupo.
• Georges Rouault (1871-1958).
• André Derain (1880-1954).
• Maurice Vlaminck (1876-1958).
• Raoul Dufy (1877-1956).
• Georges Braque (1882-1963), antes de abordar la revolución cubista.
•   El uso del color como elemento creativo fue uno de los rasgos unificadores del grupo, cuyos integrantes adoptaron líneas evolutivas diferentes con posterioridad a su etapa fauvista.

La pintura expresionista

Si el fauvismo francés centraba su fuerza en el color, la pintura expresionista centroeuropea iba más allá en el empleo de lenguajes visuales vehementes, de gran emotividad y que intentaban reflejar una condición atormentada de la existencia. En Alemania se constituyeron dos importantes grupos:

• El Puente (Die Brücke): Emil Ludwig Kirchner (1880-1938), Erich Heckel (1883- 1970) y Karl Schmidtt-Rottbluff (1884-1976), defensores del arte como expresión directa de la vida, como plasmación de lo instintivo, formaron parte de su núcleo fundacional. Tras la constitución del grupo en Dresde, tuvo lugar su traslado a Berlín, donde se incorporaron otros pintores que lo dotarían de un renovado impulso, entre ellos Emil Nolde (1867-1956) y Otto Müller(1874-1930).
• El Jinete Azul (Die Blaue Reiter): se constituyó en Múnich, con un espíritu menos radical, aunque impulsado por el mismo afán renovador. En él sobresalieron Franz Marc (1880-1916), Auguste Macke (1887-1914) y el ruso Wassily Kandinsky (1866- 1944), quien, desde su participación en este grupo, disuelto como tal en 1916, pasaría pronto a premisas abstractas, aun manteniendo siempre un importante protagonismo del color como elemento expresivo, y Paul Klee (1879-1940), extraordinario dominador de la técnica del dibujo y que, en sucesivas fases, se convertiría en uno de los referentes obligados del arte del siglo XX.

El expresionismo al margen de los grupos

Junto con las corrientes encauzadas a través de los movimientos citados, en la pintura expresionista destacaron importantes individualidades, entre las que cabe mencionar las siguientes:

• Edvard Munch (1863-1944), noruego, estuvo adscrito en principio al simbolismo, aunque sus obras presentaban un marcado acento expresionista.
• Max Beckmann (1884-1950) caracterizó su producción por la inquietante representación de las diferentes formas de violencia, en sentido casi siempre simbólico y alegórico.
• George Grosz (1893-1959) y Otto Dix (1891-1969) retrataron desde perspectivas enigmáticas, y en ocasiones grotescas, el oscuro mundo del Berlín de entreguerras.
• Gustav Klimt (1862-1918) realizó una personal creación, que incorporaba elementos del modernismo y del simbolismo vienés.
• Egon Schiele (1890-1918) profundizó a través de la sinuosidad del dibujo en la angustia que caracterizaba a los expresionistas.
• Oskar Kokoschka (1886-1980) concentró, por último, la expresividad en una pintura muy empastada, cargada de tensión.

La pintura cubista

El cubismo supuso una extraordinaria revolución en el mundo del arte ya que, a través de sus principios, se abrió paso a la transición que llevaría de la pintura figurativa a las más diversas formas de abstracción. El fundamento de la pintura cubista era la descomposición de las múltiples facetas de un objeto mediante el análisis de formas geométricas, que al principio fueron cubos, de ahí su nombre.

En el cubismo se diferencian dos fases:

• Fase analítica: desde 1907 a 1912, se centró en la reducción de la sensación volumétrica, hasta convertir la figura representada en una trama de retículas sobre fondo casi monocromo.
• Fase sintética: de 1912 a 1915, comprende obras en las que las formas se fragmentan y se separan y en las que con frecuencia se recurre a la técnica del collage.

Fundadores y grandes maestros del cubismo: Pablo Picasso (1881-1973) y Georges Braque (1882-1963), quienes, aunque no llegaron a realizar obras completamente abstractas, abrieron el camino a la futura pérdida de cualquier referencia figurativa, a través del proceso de «descomposición-recomposición».

La presentación en 1907 de Las señoritas de Avignon, de Picasso, y El Desnudo, de Braque, inauguraron un fecundo periodo de investigaciones plásticas, al que se incorporarían con posterioridad artistas de la talla de Juan Gris (1887-1927), Ferdinand Léger (1881-1955) o Robert Delaunay (1885-1941).

 

Pablo Ruiz Picasso, Las señoritas de Avignon, 1907, (Museo de Arte Moderno, Nueva York).